martes, 12 de agosto de 2008

Primero de Agosto

La plaza grande se encontraba perfectamente decorada, hileras de papeles de colores surcaban las calles anunciando la inminente fiesta que habría de acaecer en las próximas horas. En cada esquina había casi un escuadrón de policías y enfrente del olimpo pasaban unos entrenadores con sus perros amaestrados para encontrar explosivos, todo con el objetivo de estar preparados ante cualquier eventualidad que pusiera en riesgo la integridad de la gobernadora.
La verdad me sentía un poco contento con la imagen, hasta parecía que estábamos en alguna de las ciudades más importantes del mundo o en los albores de un suceso trascendental (no se, algo así como el recibimiento que tuvo Barack Obama en Europa). Desgraciadamente la realidad se esforzaba en opacar la perfecta estampa que dibujaba para mí, y es que a cada rato tenía que considerar que toda esa brutal movilización policíaca, el “embellecimiento” de las calles, edificios coloniales, la propaganda que en los principales medios de comunicación se había dejado sentir desde una semana atrás y en general todas esas acciones que implicaron un derroche de capital, que por desgracia salio del bolsillo de los contribuyentes, no obedeció a razón alguna más que al soberbio y fuera de lugar culto a la imagen que pensaba ya extinto, pero que para mi desgracia este viernes primero de agosto se mostró más fuerte que nunca (creo que ni Barack Obama reunió a tantas personas en su mitin en Hamburgo como la señora gobernadora).
En fin, la mañana de aquel día tenía un clima perfecto sin ese calor tan característico de nuestro Estado, el viento soplaba fresco y las nubes nos protegían de las inclemencias del astro rey. Mientras, caminaba con mi hermano con destino a mi casa, un poco desilusionado, pues llegaba tarde a la inscripción a un curso de historia del cine al que mi impuntualidad impidió tomar, ya que la cuota de estudiantes se había llenado. Pensaba para mi mismo que creería más en la clase política si el cupo para esta actividad hubiera sido más amplio, claro que el hubiera no existe.
Lo que hay que aceptar es que las administraciones locales le han dado un inusitado apoyo al sector artístico en Mérida a partir del 2001, cuando mi querido alumno Pato Patrón llego al trono. Antes de eso las artes se encontraban relegadas a cuestiones en las que el gobierno pensaba no le tocaban; no había orquesta sinfónica y el vinculamiento con los sectores jóvenes era en ocasiones paupérrimo. El surgimiento de estas, así como el apoyo a orquestas menores que hasta ese momento no encontraban soporte efectivo en el ayuntamiento, constituyen uno de los logros que más aplaudo de la administración anterior que afortunadamente se ha proseguido en el gobierno actual. No estoy diciendo que antes no se brindo apoyo a la Danza, artes plásticas, Música, artes visuales y demás bellas artes, solo que el periodo al que la historia ha llamado cerverismo (y un poco más atrás) fue algo así como una pequeña edad media para muchos artistas locales, políticamente hablando.

A través de la gran plaza:
Como he hecho costumbre en la travesía por la plaza grande, me detuve a leer los carteles que pone una asociación civil cuyo nombre desconozco y que tiene como fin crear conciencia política en nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes. Es loable la tolerancia que en ese sentido la sociedad muestra hacía puntos de vista divergentes de lo que en general se piensa (cortesía de Teidiotisa) pues muchos de los reclamos que se exhiben en estos carteles son totalmente justificados, y corresponden una táctica de expresión ingeniosa para tratar de revertir las condiciones desfavorables en los que un medio de comunicación alternativo nace generalmente.
Líos como el de los camiones, el despojo autoritario a campesinos de sus tierras o la frecuente presión que intentan ejercer para que el gobierno trabaje en beneficio de la sociedad (jajaja no puedo esperar a ver que van a poner luego de la “pachanga ciudadana”) son tratados en este sitio, que ha decir verdad se me hace más veras que algunas de las notas que salen en el Yucapan y en el Priesto. Lo necesario sería que la ciudadanía tomara conciencia de estas problemáticas y de forma organizada y sistemática coadyuve con los poderes ejecutivo, legislativo y el que falta, para proponer, promover y realizar acciones que ataquen estos males de raíz y al mismo tiempo sirvan de veneno al asistencialismo, cosa que tanto temo pero que amenaza con regresar. ¿Y tu nieve de que la quieres? Me dirán algunas personas. Si algún beneficio tiene ser ateo es que te obliga a creer en los hombres… gracias a Dios no soy ateo pero igual confió en la capacidad humana.

Para terminar.
Reforzando mi creencia en el punto anterior, hace poco me entere de una iniciativa de ley en el congreso del Estado, que pretende atacar de manera frontal la discriminación e intolerancia a través de la creación de una comisión que imponga sanciones a los que de forma efectiva discrimen negándole trabajo, asilo, servicios, etc. A las personas por su etnia, ideología, sexo o forma de vestir entre otras.
Le deseo la mejor de las suertes a la iniciativa presentada por el diputado local Ramón Salazar, oriundo de Valladolid, para que su idea no se quede en el tintero y en verdad sea llevada a cabo en Yucatán, al que tanta falta le hace esta comisión y muchas otras parecidas.

… no se preocupen, mi hermano y yo llegamos con bien a casa.

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